Nota de presna que salio publicada en el periodico Página Siete el día 21 de Julio de 2019 en la sección Letra Siete del suplemento Ideas en las páginas 18 y 19
La tesis principal de Enrique de Gandía resalta que la época de sujeción de Santa Cruz comenzó desde la guerra de la Independencia y se llevó a cabo al mando de jefes argentinos.
Freddy Zárate Abogado
Al finalizar la Guerra del Chaco (1932-1935) el ambiente sociopolítico en Bolivia estuvo caracterizado por las restricciones a las libertades políticas. Es ilustrativo indicar la función que cumplía el Estado Mayor General a través del Departamento de Censura, que se encargaba de revisar todos los manuscritos para luego autorizar su publicación; en otros casos, prohibía, decomisaba y restringía la circulación de textos críticos referidos a la guerra o temas relacionados con la política interna. Este periodo de censura explica la escasa recepción académica que tuvo el debate entre el historiador y sociólogo argentino Enrique de Gandía (1906-2000) con el historiador y jurista cruceño Plácido Molina Mostajo (1875-1970).
A pocas semanas de haber terminado las hostilidades en el chaco, Enrique de Gandía publicó el libro Historia de Santa Cruz de la Sierra: Una nueva República en Sud América (Buenos Aires: Talleres Gráficos Argentinos de L. J. Rosso, 1935). Este trabajo recoge la propaganda paraguaya que pugnaba provocar un gran movimiento separatista en Santa Cruz de la Sierra.
La lógica del historiador argentino parte de que las guerras tienen conclusiones inesperadas y reservan sorpresas que los beligerantes no sospechan al iniciar las rivalidades, esto debido a que “las fronteras se rompen cuando no coinciden con los límites etnográficos de los pueblos y no se ajustan a la tradición de la historia y a la justicia del derecho. La sujeción de un pueblo por otro mediante un imperialismo disimulado o abierto nunca es eterna, y tarde o temprano termina por estallar con la ruina segura del país dominador”.
Una de las consecuencias vaticinadas por Enrique de Gandía fue la nueva demarcación de límites territoriales y este hecho “representaría la libertad del último pueblo que aún permanece sujeto en el Nuevo Mundo (…). Santa Cruz de la Sierra con el Beni está llamada a ser una República independiente entre Paraguay, Brasil y Bolivia con un futuro lleno de halagadoras promesas”.
Con respecto a la economía del nuevo país independizado dice: “Los recursos económicos de esta nación son inmensos y cuando ella cuente con ferrocarriles, buenos caminos y empresas que sepan administrar sus productos y sus minas, se convertirá pronto en un país floreciente y rico”. El panorama limítrofe que auguró el historiador argentino está enmarcado en que los países latinoamericanos “no pueden contemplar con indiferencia la creación de esta nueva República, cuyo nacimiento a la vida independiente es un hecho, no sólo determinado por la historia, la geografía y la voluntad de sus habitantes, sino por el resultado de una guerra cuya solución para el presente y para el futuro impone el reconocimiento de esta nueva República entre los dos países enemigos, cuyas armas, con la interposición de este Estado independiente, no volverán a entrecruzarse nunca más”.
Con respecto a la instrucción y la administración pública de Santa Cruz de la Sierra, Enrique de Gandía indica que esta región tiene la necesidad de administrarse por sí misma, sin ser explotada por otra nación, y el aislamiento de Santa Cruz prueba que esta necesidad no puede resolverse más que con la independencia, pues el empeño de Bolivia de mantener este departamento aislado del mundo es claro y evidente. Al referirse a las luchas políticas en Santa Cruz de la Sierra, el autor afirma que la Guerra del Chaco ha revelado la presión que el gobierno boliviano ejerció sobre Santa Cruz, así como las injusticias de que hizo objeto a los soldados cruceños, a quienes envió a la primera línea de fuego para que fueran exterminados y desaparezca el peligro de la independencia cruceña.
La tesis principal de Enrique de Gandía se enfoca en resaltar que la época de sujeción de Santa Cruz comenzó desde la Guerra de la Independencia y se llevó a cabo al mando de jefes argentinos; esto explica que la anexión de Santa Cruz de la Sierra a la República de Bolivia se hizo arbitrariamente, sin consultar el pueblo cruceño, con el voto de dos diputados que no tenían poderes para representar su intendencia, mientras que el gobierno de Chiquitos, también anexado sin razón a Bolivia, se agregaba por su propia voluntad al Imperio del Brasil, que terminó por no aceptar su anexión.
Las conjeturas históricas, políticas y sociales que presentó Enrique de Gandía en el libro Historia de Santa Cruz de la Sierra: Una nueva República en Sud América son consideradas por el propio autor como la obra más acabada acerca de Santa Cruz de la Sierra: “Estas páginas son la única historia que existe de Santa Cruz y esperamos que, siguiendo nuestro ejemplo, otros investigadores ahonden en el ayer de esta región clavada en el centro de América, bella no sólo por su naturaleza extraordinaria, sino, principalmente por su historia heroica, trágica y triste; por la poesía del sufrimiento secular de sus habitantes y por el hechizo que sugiere su futuro libre y feliz como las aves que surcan su cielo”.
Al año siguiente de la publicación del texto del historiador Enrique de Gandía, el historiador cruceño Plácido Molina Mostajo le replicó con el texto titulado Observaciones y Rectificaciones a la Historia de Santa Cruz de la Sierra. Una nueva República en Sudamérica (La Paz: Imprenta y Litografía Urania, 1936).
Este amplio estudio no solamente representa una respuesta personal de Molina, sino que refleja la expresión de un impulso social gestado en el seno del “Centro Oriental Cruceño”, el cual le confió e impuso la comisión de rectificar prontamente las tendenciosas conclusiones a las que arribó el escritor argentino. La réplica de Molina contiene observaciones y rectificaciones a cada uno de los capítulos del libro de Enrique de Gandía.
En el punto referido a la “independencia” de la nueva República, Molina refuta con el siguiente argumento: “La independencia de Santa Cruz no sería la libertad del último pueblo que aún permanece sujeto en el Nuevo Mundo, porque de un lado es verdad que como él hay muchos otros dentro de la comunidad de casi todas las naciones actuales y en especial de Hispanoamérica: en la Argentina, por ejemplo, están las provincias centrales y del norte sujetas al régimen de las intervenciones y unidas a la hegemonía de Buenos Aires; y de otro lado Santa Cruz no es un pueblo sujeto; pues por el contrario, por sus condiciones peculiares, es el más consciente de sus intereses y destino y por lo tanto uno de los más libres de Iberoamérica (…). Ya probamos que eso de la anexión forzada es una fábula, y que Santa Cruz es uno de los pueblos más conscientes y libres de Hispanoamérica”.
Con respecto al “descuido” de Santa Cruz de la Sierra al que puntualizó Enrique de Gandía, Plácido Molina le refutó con el siguiente argumento: “Lo único de que se queja en la comunidad boliviana es del descuido o postergación de aquellos asuntos que, como la vialidad, debieron levantar sus industrias, lo cual es efecto del centralismo que se preocupó preferentemente de los departamentos usufructuarios del unitarismo o de regímenes personales y transitorios que ha soportado la República”.
“Es la misma queja que hemos oído en Córdoba y en Tucumán, en Salta y en Jujuy, con la variante de la Federación, cambio de forma que por sí sola no cambia lo sustancial en el modus vivendi de los pueblos”.
A la sazón de los argumentos referidos al aislamiento de Santa Cruz de la Sierra, Molina enfatiza que este tema es altamente sugestivo y vidrioso, porque sin desconocer que en ese aislamiento tiene su grueso porcentaje el Gobierno central de Bolivia, y esto por la incomprensión de las verdaderas necesidades de la nación, o más claro por ignorancia y prejuicios regionales de la mayoría de los gobernantes.
En tal sentido, el historiador Plácido Molina indica que se debe considerar que en gran parte la distancia de Santa Cruz a los principales centros bolivianos y la densidad y aspereza de las sierras intermedias, han sido un factor geográfico que en algo explica la falta de buenos caminos entre Santa Cruz y el interior de Bolivia.
Al punto referido a las razones de orden histórico y étnico que podrían gravitar un nexo de solidaridad entre Santa Cruz de la Sierra y el Paraguay –aún en plena Guerra del Chaco– fue impugnado por Plácido Molina al establecer que la cuestión étnica o “pleito de razas” no es el factor primordial en la guerra boliviano-paraguaya, sino es un litigio estrictamente de derechos territoriales y esto lo demostró en sus estudios referidos a la Historia de la Gobernación e Intendencia de Santa Cruz de la Sierra. Capítulos sueltos relacionados con la cuestión del Chaco Boreal (La Paz: Imprenta Urania, 1936), y la Historia del Obispado de Santa Cruz de la Sierra. Capítulos relacionados con la cuestión del Chaco Boreal (La Paz: Editorial Universo, 1938).
Con referencia a la instrucción pública en Santa Cruz de la Sierra, Plácido Molina expresa que la intelectualidad cruceña “se distinguió siempre en Bolivia por el elevado número de alfabetos. La afición a la lectura, al estudio del latín, letras y ciencias fue la característica de los cruceños”. Las previsiones educativas que sugiere Molina parten de la idea de que a Santa Cruz le convendría una Escuela Superior de Agricultura y Ganadería con una Granja Experimental, u otro plantel industrial que prepare las actividades que son de urgencia, porque el país necesita más de aprendizajes prácticos que de estudios teóricos, puesto que aquellos vendrán como añadidura en el momento en que la región esté “fuerte y rica”.
A la tesis polémica de Enrique de Gandía sobre el sometimiento de Santa Cruz de la Sierra a Bolivia, Plácido Molina manifestó: “Lo que jamás podemos aceptar, y que consideramos un insulto mordaz y gratuito, es eso de que se nos considere pueblo sometido, anexado, esclavizado”. Entonces, la idea de independencia de Santa Cruz posguerra del Chaco es vista como “una perfecta paradoja” al cual Molina pregunta: “¿Le convendría ser una republiqueta enclaustrada aún más que el Paraguay, por estar aún más que él en el corazón de la América del Sur?”.
A más de ocho décadas de la olvidada controversia entre Enrique de Gandía y Plácido Molina es necesario recuperar la figura del intelectual Molina en todas sus etapas, que, a decir del historiador Hernando Sanabria Fernández, fue uno de los estudiosos bolivianos que más hondamente penetró en el conocimiento del Chaco Boreal y de los que formuló un sistema de defensa de derechos de manera objetiva, coherente y basada en argumentos válidos para el caso.
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